martes, 21 de julio de 2009

Tres ciudades,Dos generaciones,Una historia



Sabrina viajo a Praga, a la universidad La Universidad Carolina (en checo Univerzita Karlova fundada en 1348 es la universidad más antigua y una de las universidades más prestigiosas en la Europa Central y del Este. Viajo desde la Universidad de Guanajuato en México, donde la habían encargado una serie de conferencias sobre medio ambiente
Estaba en plena madurez acaba de cumplir los 50 años., en una de sus conferencias conoció a un joven, su pelo rizado y extremadamente largo, su delgadez y unos ojos negros brillantes, la entusiasmaron.
Ella desde arriba en la sala de grados de la universidad con su portátil y su presentación, llevo su mirada a él, ella pensó que era normal que le siguiera porque estaba siendo el centro de atención de la charla conferencia.

Cuando por la noche en la cena que acudió con el director del curso y algunos alumnos del doctorado, no se imaginaba que el chico del pelo largo y ojos profundos se sentara en frente de ella.
Se presentaron –

-Sergio soy de Italia de la universidad Catania en Sicilia, siempre bajo la mirada del volcán etna
El castellano fue su idioma de comunicación, el pensaba ir a España, a terminar su doctorado, y había estudiado español unos años. Sabrina, aunque la conferencia la había impartido en Ingles, hablaba un perfecto castellano. Después de las presentaciones hablaron de su tesis doctoral.
Pero lo que la sorprendió es que con toda la delicadeza del mundo la ofreciera con su cuchara un trozo de La Sachertorte, tarta de chocolate negro con confitura de albaricoque. Ella lo saboreo dejando su marca de carmín en la cuchara, el se lo llevo a la boca para saborear sus labios en al cuchara.

Sabrina se puso a sudar, pensó – esto no me esta pasando. Tomo un poco de agua, miro a los ojos al chico que tenia de frente, el bebió al mismo tiempo que ella, como si estuviera bebiéndose sus boca, este ritual siguió durante unos minutos, pero con una intensidad y una sexualidad, que toda la mesa parecía que seguía sus gestos, -
Serán imaginaciones mías pensó Sabrina.
Cuando terminaron la cena fueron a tomar una copa, el bar de moda, pero solo la presencia de Sergio a su lado la perturbaba.
Después el le pidió que si la podio acompañar al hotel, el se alojaba en una residencia para estudiantes. Ella, no dijo que si, pero tampoco que no, y sin darse cuenta estaban paseando por el puente mas romántico el Puente de Carlos (en checo Karlův most) es el puente más viejo de
Praga, y atraviesa el río Moldava de la Ciudad Vieja a la Ciudad Pequeña. Es el segundo puente más antiguo existente en la Republica Checa
Su construcción comenzó en 1357 , ella escuchaba sus explicaciones, aquella ciudad la recordaba un poco a la ciudad donde ella impartía clases y vivía con su familia La ciudad de Guanajuato también es una ciudad universitaria con una intensa vida cultural.
Siguieron paseando sobre el puente y de vez en vez paraba para contemplar el rió Moldavia, el cada vez se acercaba mas a ella para seguir con sus explicaciones, Sabrina solo tenia un pensamiento, se que puede ser mi hijo, pero su olor su forma de mover sus manos, solo quería separase del grupo y mirarle fijamente a los ojos, preguntarle porque había echo lo del postre.
En un momento rápido el la agarro de la mano y la bajo por una escaleras que conducían al rió.
Se sentaron, y la agarro por la nuca, dándola un beso que jamás terminaba, ella, no hizo falta que cerrara los ojos porque la oscuridad de la noche era suficiente, Le rodeo con su brazos y le beso y beso hasta la extenuidad.
Solo se retiraban para mirase a los ojos y de nuevo volver a besarse, se escuchaban en el silencio de la noche las conversaciones de sus compañeros.
La mano de Sergio se hizo un espacio entre las medias de Sabrina y introducir su dedos entre sus sexo.
_ Que vergüenza ahora notara, que estoy exageradamente húmeda.
Al notar la humedad, solo murmuro un “suf.” y la beso con más fuerza, la toma la mano y se la llevó hacia su pantalón, acompañándola a que le desabrochara.
El momento siguiente fue rápido, la excitación, no podían mas y las voces cada vez se escuchaban mas cerca, El seguía con sus dedos dentro de su sexo y ella se decidió a meter su pene en la boca y saboreas con toda la pasión del mundo, el estallo, con una fuerza, que aunque tubo la delicadeza, de secarla algunas gotas mancharon su falda.
Se terminaron de vestir, mientras el la besaba dulcemente, subiendo las escaleras hasta reunirse con sus compañeros arriba en el puente, su unieron a la conversación, como si nada hubiese pasado.
Cuando llegaron a la plaza donde los directores de curso tenían el hotel se despidieron muy cortésmente.
Sabrina esa noche no pudo dormir, solo pensaba en los maravillosos sorbos de agua que había compartido, en la mesa y la gran excitación que tenia.
A la mañana siguiente el teléfono del hotel la despertó, La recepcionista le decía en Ingles que la estaban esperando en el restaurante para el desayuno.
Cuando bajo, recién duchada y con los ojos de haber dormido poco, se encontró con Sergio que llevaba un rosa en la mano
¿Desayunamos juntos?
Se apartaron, del resto de los conferenciantes que también estaban desayunando con todas las miradas puestas en ellos.
¿Estas bien, ¿?
Le preguntó Sergio
Un poco confundida y volvió a mirarla a cada sorbo de café como si estuviera metiéndose dentro de ella.
Mi avión sale mañana.- Dijo Sabrina, el camino es largo hasta llegar a casa
Tendrás tiempo para pensar en mí. - Dijo Sergio.
Y tuvo demasiado tiempo, apenas hablo durante el largo viaje con sus compañeros.
Solo algunas alusiones a la rosa del desayuno, pero en tono educado.
Durante el viaje pensó que no se habían dado ni el correo electrónico, mejor en su cabeza quedaba como un sueño
Pasaron varios años y Sabrina volvió a Europa, esta vez a la ciudad de Valladolid, acompañando a su marido también, profesor de universidad en Guanajuato.
Un día paseando por la plaza de Santa Cruz de esta ciudad castellana, salía del Centro de Estudios Europeos, cuando vio a un muchacho sentado en un banco con una coca cola en la mano,
¿Sergio?
Un beso de cortesía, y las preguntas de rutina, ¿que haces aquí?
¿Cuanto tiempo te vas a quedar? ¿Que has hecho durante este tiempo?
Tengo que hacer la compra, dijo Sergio, comparto piso, si me acompañas te cuento que es lo que hago en esta ciudad.
Llegaron a un hipermercado, y el la insinuaba que cogieran los botes a la vez para poder acariciar sus manos, así con todos los productos.
Nadie podía sospechar nada, los dos eran de piel muy morena, la pensaría que era madre he hijo, haciendo la compra.
La casa, que Sergio compartía estaba cerca,
Subieron en el ascensor, comiéndose a besos, y la llevo a su habitación dejando las bolsas en el suelo.
Entonces de verdad hicieron el amor, como si hubieran estado dos años esperándose.

Tres ciudades. Dos generaciones. Una historia

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