lunes, 5 de septiembre de 2011

En el verano







_No es bueno quedarse en el verano en esta ciudad.

_¿Tu porque no estas de vacaciones?





_ No tengo con quien ir




Norma, con el pelo mojado, está apoyada en la barra del bar, tratándose de recuperar del esfuerzo de llegar hasta este lugar donde ella se siente protegida; la tormenta de verano con su bicicleta en la mano, han favorecido para que con su delgadez se la marquen más los músculos y eso pechos pequeños, que apenas les tapa la camiseta.

Gustavo la mira sonriente.

_ Será mejor que te retires del aire acondicionado, si no te constiparas.

Norma, con la mano derecha se aparta el pelo de la cara y descubre unos ojos verdes apagados.

_ “Ese carroza me transmite algo que no me gusta” Se dice Norma mientras se toma la caña de cerveza.


Por un instante le recordó a su padre ese hombre que un día apareció en su cama, y ella se sintió morir, se rompió su vida e hizo que ella saliera muy pronto de casa, vagando, siendo una nómada, sin amor sin familia, pero con mucho sexo. Ella no se siente responsable de ser así, le toco vivir en un mundo violento, pero se sabe que tiene el don de atrapar a los hombres en una red que les es difícil salir sin ser dañados.

Es ella la que se decide a sentarse con aquel hombre y empezar la conversación, es fácil que en ese bar se compartan las mesas.

_¿Y tú porque no estas de vacaciones?

_ No tengo dinero. Dijo Norma.

_ ¿Y que haces en este lugar?, desde los zapatos, tus camisa todo es ropa de marca, marcas caras ¡Tío!



¡Tío! se repite Gustavo, es cierto sus hijos se lo dicen, ¡papá!,” tanto investigar y no sabes nada de la calle.”

Gustavo lleva diez años divorciados, sus dos hijos están cada uno en un país, lejos y el se empieza a sentir solo

_Eso, es algo frecuente, dice Norma, aquí donde nos ves a todos hablar y reír, estamos muy solos.



Por la ventana del bar que da a una plazoleta con árboles centenarios, observa a la gente en las mesas de la terraza, que están empezando a sentarse después de la tormenta y como un perro, está casi sentado en la mesa con los chavales de las rastras.

Su mirada es inquietante, mirada triste, melancólica.

_ ¿Eres psiquiatra?

_ No (Sonrió, Gustavo)

_ ¿Nadie te ha dicho que tienes una mirada melancólica?

Respuesta con otra pregunta.

¿Te gusta que te fotografíen?

_No; entré haber la exposición de fotos de pueblos, nuestros pueblos.

- ¿Pueblos? No me había fijado

_ Yo pinto, si quieres te hago un retrato.

Después de la tercera cerveza y el curto día que se encontraban en el mismo lugar Gustavo intentando hacer un cumplido, pensando que aquella mujer, era demasiado joven, para estar hablando con ella dijo.

_ ¿Tu madre es tan guapa como tu?

_ Mi madre se suicidó cuando yo era pequeña.

Gustavo maldijo aquella pregunta.

Se sintió torpe todas la vivencias no le habían servido para nada, en ese momento le sonó el móvil.

Norma se retiro de la mesa y se puso hablar con otros chicos que acababan de entran en el bar.





África