jueves, 16 de julio de 2009

¡Qué llegan las fiestas del pueblo!

¡Qué llegan las fiestas del pueblo!

Y no sabes como funciona la cabeza, te llegan los momentos vividos en la adolescencia, cuando tus hormonas están disparadas y cualquier roce del chico que te gusta, saltan chispas.
Recuerdas a tus padres bailar en la plaza y tu jugar entre sus compases.

Tu hija vestida de peña y agarrada a los demás niños, y sientes un escalofrío de madre bobalicón.

Y pasan los años y te sigues vistiendo de peña. Pero ya no es lo mismo, la ausencia de algunos seres queridos duele tanto “Que por doler me duele hasta el aliento”.

Entonces empiezas la música de la dulzaina y tu cuerpo empieza a danzar y la música de los grupos de la plaza suena con fuerza.
Se te amontonan los recuerdos de todos estos años y te dices la risa es buena consejera y entonces tu cuerpo segrega esa sustancia que se llaman Las endorfinas que actúan como "eliminadores naturales del dolor", y que dicen de ella que es la droga de la felicidad se parecen a los
opiáceos en su habilidad para producir analgesia y sigues bailando con alguna lágrima sobre tus mejillas y ves que eso funciona que el viaje este año a las fiestas merece la pena.
Y te sigues riendo con los amigos de juegos en las calles embarradas, y reconoces los momentos sutiles de felicidad, echan un vistazo a la plaza y reconoces a “fulanita” que estrenó vestido nuevo para bailar a la Virgen el Carmen y la “menganita que un accidente de coche se llevó su hijo en plena juventud. Y te preguntas ¿Porque?


¡Ole tus cojones! Que el señor Anselmo le dio un accidente cerebro vascular y esta bailando con su mujer.
Y la que perdió al marido, sigue el compás de la música con su amiga. ¡Que viva la fiesta!

Y los niños que he visto nacer

¿Pero si están hasta buenos?

Y tú con lo tuyo, que es mucho, pero no lo suficiente para dejar de poner la faja y el pañuelo de peñista
Porque pertenecer a una peña es algo más que unos días de fiesta, es saber que perteneces a una tribu. A ese conjunto de personas que procedemos de una misma cultura.

Y el tañido de las campanas (aunque son enlatadas) llama a misa mayor, hace años fue un pequeño pueblo situado cerca de la ciudad, hoy de pequeño no tiene nada.Pero nosotros celebramos treinta años de estar en la misma peña. Que sea Raíces su nombre no es casualidad

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