viernes, 9 de octubre de 2009

El angel tatuado


Griselda, contestó al teléfono más nerviosa que de costumbre.
No reconoció el número; espera con impaciencia que su amante (No tampoco es su amante) que Juan le llame; que llame a su puerta y no pasando del primer piso de su casa adosada, comiéndose a besos tenga sexo como primitivos.
_ Somos como los Yogures.
_
Tenemos fecha de caducidad
Siempre le decía ella, después de quedar extenuados sobre una manta en el suelo.
Juan tenía un ángel tatuado en su hombro y una musculatura que conseguía gracias a su preparación para las pruebas físicas de las oposiciones de bombero.
Griselda, que todo el mundo la conocía por Cris, se había trasladado a un pueblecito de la costa de Alicante desde Madrid, donde había dejado toda la familia, también a su ex marido, llevaba dos años divorciada y veinte de casada.
No quería comprometer se y menos con un muchacho que le llevaba la compra de una gran superficie. Nunca hablaron de amor, unas caricias y soplarse con la boca cerrada para que saliera aire fresco, después de las revueltas de pasión, era todo lo que hablaban.
Pulsó la tecla verde de su teléfono móvil y una voz de mujer
_ ¿Señora Griselda?
_ le llamamos para confirmar que su compra será entregada a primera hora de esta tarde.
_ Y ¿Juan?
_ No se señora, hace mas de una semana que no viene al trabajo.

2 comentarios:

Raúl dijo...

Yo cambiaría de supermercado.

Camy dijo...

¡De inmediato a la competencia! Suerte de que existen varias grandes superficies.